La Belleza Debe Sentirse Aún Más Que Verse
Nuestros ojos miran todo cuanto sucede y se expone a nuestro alrededor, como un sentido físico más, que, junto con los demás sentidos, nos permiten movernos e identificar obstáculos. La vista nos deja percibir nuestro entorno, orientándose y protegiéndonos de los peligros que puedan aparecer de forma imprevista. En realidad, es un sentido más de alerta y de atención.
Sin embargo, cuando miramos algo, ya sea un paisaje, un atardecer en una tranquila y romántica playa, cuando observamos a un hombre, o a una mujer y abrimos los ojos del Alma, se abre otra dimensión.
Creo que estaréis de acuerdo conmigo, en que podemos estar en el lugar más paradisiaco y sin embargo verlo de distinta forma dependiendo del momento o la circunstancia.
No existen por tanto patrones de belleza, estos han sido impuestos, la mayoría por una sociedad donde el marketing juega con sus intereses económicos. Nos han hecho creer que es bello y que no lo es.
Una persona puede encontrar una gran belleza al admirar una serpiente y sin embargo para otra puede resultar repulsivo. De igual forma, según el estado de ánimo o la forma en que estamos abiertos al mundo vamos a percibir todo lo demás. Si no hubieran implantado en nosotros ese patrón que decide que es bello y que no lo es seriamos capaces de apreciar en su verdadera magnitud la belleza que encierran muchas de las cosas o personas que vemos y conocemos. Todo en esta vida aparece ante nosotros en la forma y manera que realmente utilizamos a la hora de ver. Entonces lo que vemos va a depender de la idiosincrasia de cada Ser, pues por naturaleza, en la que incluso la genética tiene mucho que decir, encontramos el sentido de nuestras debilidades. Unas cosas pasan desapercibidas y en cambio otras llaman nuestra atención y esto sucede de forma diferente o parecida entre todos nosotros.
Por alguna razón, nuestros gustos están supeditados a nuestra forma de expresarnos ante el mundo y de igual forma, lo que nos rodea en este mundo es capaz de llegar a nosotros.
A medida que evolucionamos vamos adaptando nuestra escala de valores y lo que ayer nos entusiasmaba, hoy ya no capta tanto nuestra atención y sucede también de manera inversa.
Si nos centramos en el poder de atracción entre personas de distinto sexo, entra en juego la sexualidad y en ella también hemos desarrollado nuestro patrones y preferencias. A pesar de nacer con un instinto natural para procrear y nuestra especie no se extinga, preferimos ciertos perfiles a otros y por ellos nos sensibilizamos con un conjunto de características que realmente necesitamos y que despiertan nuestro más profundo deseo.
Por regla general, y aunque creamos dominar nuestros gustos, estos tienen una prioridad ligada a nuestra personalidad e incluso diría que a nuestro aspecto físico. Es curioso que la mayoría de los hombres con estura mayor se sienten atraídos por mujeres de estatura menor y al contrario. Esto obedece a un equilibrio en el que de forma instintiva y absolutamente inconsciente la naturaleza intenta a través de su sabiduría que los futuros habitantes de este planeta se mantengan más, o menos, dentro de unos parámetros, por así decirlo. Pero esto es a nivel inconsciente, manifestándose en nosotros, a través de otra serie de señales y preferencias que parece pertenecernos, cuando en realidad buscamos en la otra persona aquellos aspectos físicos que necesitamos para hacernos sentir completos, buscamos lo que nos falta, o no tenemos, unos de otros. “Selección Natural” podríamos llamarlo.
Al margen de todo esto, no podemos olvidar otros muchos más detalles e ingredientes que entran en juego a la hora de ver lo que miramos. ¿Quién no se ha sentido atraído por alguien, reconociendo que realmente, ese alguien no tiene rasgos, lo suficientemente marcados para una gran mayoría? Solemos decir… “Es que tiene algo que no sé qué es”… , pero que nos vuelve loco/a, algo que no sabemos explicar. La belleza auténtica, se manifiesta en nosotros única y exclusivamente.
Me da mucha pena ver como empezamos a dar importancia a una belleza artificial porque nace exactamente de esos patrones marcados por el marketing y la publicidad. Cuando veo desfilar a mujeres en una pasarela donde se refleja el arquetipo creado como “modelo”, que son mundialmente conocidas por sus medidas y que valoran como bellas. No dudo que lo sean, pero no son un ejemplo para el mundo.
Con todos mis respetos, esas famélicas mujeres, coaccionadas por una moda impuesta, están cambiando la forma de ver, mirar y sentir de la mayoría de las mujeres de este mundo. Exactamente igual pasa con los hombres.
Esto está llevando a la juventud que despierta, a marcarse un canon, y pertenecer a ese grupo que les han hecho creer de seres perfectos.
La perfección no existe y es precisamente en esta, donde realmente se encuentra la auténtica belleza del ser humano. Cada vez más jóvenes enferman mentalmente llegando, incluso a morir. No somos automóviles que salen de una cadena de montaje, todos iguales, no somos objetos a los que puedan dar una forma idéntica o muy parecida.
Estamos desvirtualizando nuestro más valioso tesoro, la diversidad sencilla y natural. Realmente no sé hasta donde nos terminará llevando todo esto, pero me gustaría poder transmitir, que la verdadera, la real, la más genuina forma de mirar es a través de otros ojos que no son los que nos enseña el mundo, los ojos que transmiten algo más que una silueta o una imagen. Es la que te hace estremecer al observar, la que sientes desde lo más íntimo, la que es capaz de erizarte la piel.
Esa belleza se encuentra en infinidad de cosas y personas, pero para verla e identificarla es solo cuestión de valorarla sin ni siquiera tener en cuenta la razón de porque nos sentimos atraídos. Vamos, sobre todo a sentir que existe algo inexplicable que nos hace diferentes entre nosotros y entre la forma de vernos.
Empecemos a mirar con los ojos del Alma. Cuando percibimos algo capaz de provocar en nosotros un escalofrío, cuando observamos de cerca o de lejos de una manera muy parecida a un sentimiento, algo bastante distante a lo que sentimos cuando miramos desde el patrón impuesto, seremos capaces de sentir una nueva manifestación, de origen distinto, dejándonos paralizados, anonadados, indefensos, inmóviles. Esta sensación es capaz de adormecer todos los demás sentidos, dejándonos sumergidos, embobados, en la fascinación de estar viendo algo que sientes de forma muy especial e inexplicable. Ya no cuenta el cuerpo, no es un objeto, valoramos la mirada y el vernos reflejados en esas pupilas que nos miran, valoramos el tono de voz, la forma de andar, los gestos y movimientos. Es donde un simple y natural parpadeo nos deja sin palabras, porque no existen.
Todo esto solo apreciando lo más inmediato a nosotros, lo que podríamos denominar a primera vista. Después entran en juego otro tipo de valoraciones, que van a engrosar la lista de atracción, dando más sentido a las inquietudes, la forma de pensar y valorar la vida, la particular manera de enfocar y abordar un tema, de esa persona que tenemos en frente. Es cuando se descubren, esos otros aspectos, esos que se sienten más que verse.
Yo personalmente, mis queridos amigos/as, prefiero mirar escuchando la música que emerge de ese momento, lejos de cualquier tipo de patrón establecido, lejos de cualquier moda impuesta. Prefiero dejarme llevar por lo inexplicable, por lo indescriptible, por lo que solo tiene sentido desde mí y para mí.
Lo que es imposible de explicar con palabras, empieza a formar parte de un sentimiento, y los sentimientos no se pueden explicar, son mucho más complejos e irracionales, por lo que lo dejo en manos de la sin razón, de mi Alma y de mi corazón.
Creo que al menos deberíamos intentarlo, para ser capaces de desenterrar lo que estamos enterrando y que no es otra cosa que nuestra natural forma de ver y de sentir nuestro entorno. Dejarnos llevar por lo que de verdad sentimos, dejar de valorar lo que otros quieren que valoremos, fijarnos en las personas por lo que realmente son y desprenden.
Os aseguro que somos mucho más bellos de lo que imaginamos, pues no todo es lo que parece, ni todo lo que parece es lo que realmente crees.
Felix Moratilla
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Otra gran verdad que comparto contigo Felix. TQ